viernes, 10 de febrero de 2012

Premios y castigos a los niños: Marcar los límites

En la educación infantil es fundamental adquirir compromisos con los menores y aprender a respetarlos.

Rabietas, arrebatos ante cualquier negativa, exigencias, caprichos... ¿Quién no ha visto en alguna ocasión un conflicto protagonizado por un niño y sus padres? Se trata de un tira y afloja en el que cada cual intenta poner sus límites, aunque, lógicamente, si se habla de educación son los progenitores quienes tienen que conservar la calma y tomarse en serio la tarea. Pero, ¿cómo? ¿qué estrategia deben seguir? Educadores y psicólogos aconsejan marcar ciertos límites desde el primer momento para después ir creando hábitos, ya que la existencia de unas normas aporta seguridad a los niños.

Marcar los limites:

Los psicólogos y educadores coinciden en subrayar que las normas no deben ser impuestas. Por un lado, el diálogo entre padres e hijos genera un vínculo de confianza que facilita sus relaciones y crea un espacio para negociar las normas y construirlas juntos. Por otro, los adultos han de ser coherentes y respetar también las reglas. Por ejemplo, si no quieren que el niño diga palabras malsonantes tampoco ellos han de decirlas. La trasgresión de estas pautas puede implicar la imposición de un castigo "lo más educativo posible". Éste ha de ser el adecuado a la mala conducta del menor y requiere que el niño o la niña entienda que no se trata de desaprobarle, sino de castigar esa conducta determinada.

Esta labor, sencilla en teoría, se hace a veces muy difícil. De hecho, según María Jesús Álava, especialista en Psicología educativa, se hace patente la dificultad que encuentran hoy en día muchos padres a la hora de marcar con éxito los límites a los niños. Tanto es así que ya hay parejas que llegan a su consulta porque "no saben qué hacer" con el "pequeño tirano" en el que se ha convertido su hijo de dos años.

Las rabietas son un signo muy típico de la etapa de los dos años. A esa edad suelen tener pataletas muy escandalosas que no se solucionan dando al niño lo que pide, sino dejando que se le pase el berrinche, porque de lo contrario aprenderá que esa es la mejor forma de conseguir lo que quiere y la utilizará siempre que quiera algo que vaya en contra de los deseos de sus cuidadores.

"Es una etapa más de nuestro desarrollo, no debemos preocuparnos sino dejar al niño que se tranquilice él solo", dice Héctor del Castillo, profesor de Psicopedagogía de la Universidad de Alcalá de Henares. ¿Qué sucedería si los padres cedieran siempre? La psicopedagoga y terapeuta Marta Bravo asegura que acabarían convirtiendo al hijo en una persona egoísta, egocéntrica, caprichosa y muy vulnerable a cualquier contratiempo.

También es cierto que los niños son muy "buenos observadores" y saben muy bien cuándo surte mejor efecto la utilización de esas tretas, de modo que las ponen en práctica muchas veces en público para forzar a los mayores a ceder, recuerda María Jesús Álava. Ahí es cuando los padres se ven desbordados. Esto se añade a que además, normalmente, no pueden dedicar a los hijos todo el tiempo y la atención que precisan, lo que de alguna forma les hace sentirse culpables e inseguros.

¿Pero, qué pensarían si este mismo problema superara a los educadores? ¿Y por qué un mismo niño puede ser manipulador en casa y portarse de maravilla en el colegio? Las respuestas de la orientadora son muy sencillas: "Los niños son lo que queremos que sean; hay que crear hábitos desde el principio". Por último, explica que es importante ser consecuentes con lo que decimos, así como conocer "qué se le puede pedir al niño según la edad que tenga".

Los niños son lo que queremos que sean; hay que crear hábitos desde el principio

¿Y cuál es la mejor manera? Marta Bravo coincide con Álava en que es necesaria mucha claridad y seguridad en lo que les decimos, aplicar el límite con voz segura y mirada firme; que ambos padres estén de acuerdo, "al menos ante el niño". Por último explica que es importante ser consecuentes con lo que decimos, así como conocer "qué se le puede pedir al niño según la edad que tenga"

Pautas a seguir

La coherencia aporta seguridad y confianza al niño porque así conoce exactamente cuáles son sus límites. Marta Bravo detalla de forma práctica algunas pautas:

Se puede exigir a los niños pequeños que obedezcan sin necesidad de que conozcan todos los argumentos.

Sin embargo, a los adolescentes no "se accede" de la misma manera. Es necesario pactar con ellos y llegar a acuerdos. 

Es fundamental ser muy concretos en las peticiones que los padres hacen a los menores: no pedirle "que se porte bien", sino que "recoja sus juguetes", "que se lave los dientes después de comer", etc.

Ofrecer opciones del tipo "¿Prefieres ducharte ahora o después de cenar?

Está claro que los niños hacen lo que ven, por ello es importante "dar ejemplo". Los padres y madres se enfadarían con un hijo si pegara a su hermana pequeña "porque se ha portado mal" o porque "no le obedece". Antes han de pensar si no es así como reaccionan como padres con él.

Hacer constar la regla de una forma impersonal: "Son las ocho, hora de hacer la tarea", así el conflicto no lo tendrá con nosotros, sino con el reloj.

Fuente: Consumer.Es

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